En el Tercer Sector trabajamos con y para la vida. Estamos ahí donde más duele: acompañando duelos, sosteniendo carencias, mediando en conflictos, construyendo redes en comunidades fragmentadas. Pero mientras generamos impacto social, ¿qué impacto deja el trabajo en quienes lo hacen posible?
El reciente informe elaborado por la Plataforma del Tercer Sector y financiado por el Ministerio de Derechos Sociales es demoledor en datos… y revelador en silencios.
🟢 El 76% del empleo está feminizado.
🟡 El 45% de los contratos son a tiempo parcial.
🔴 El salario medio base ronda los 19.500 € anuales.
Y aun así, hablamos de un sector que cuida, pero que sigue sin cuidar(se) del todo.
🔍 Desde Alere leemos entre líneas:
📉 Condiciones precarias sostenidas por compromiso vocacional.
El 45,4% del empleo lo ocupa el personal técnico de intervención directa. Son quienes están en contacto constante con la vulnerabilidad ajena… y sin embargo, lo hacen con sueldos bajos, recursos limitados y altísimas tasas de parcialidad.
¿Qué pasa con su salud mental, física y emocional?
👩💼 Sobrecarga emocional silenciada.
La profesionalización de los RRHH sigue siendo muy baja: 1 de cada 2 entidades no tiene estructura formal de gestión de personas. Sin evaluación de clima laboral, sin planes de desarrollo profesional, sin escucha. Esto significa que el malestar muchas veces no se detecta… hasta que se convierte en baja por ansiedad o burnout.
🏥 Sin cultura de prevención psicosocial.
Los riesgos psicosociales no se abordan como deberían. No aparecen planes integrales de cuidado ni programas de supervisión profesional sistemática. Se improvisa, se reacciona, pero no se previene. Y esto es una bomba de relojería para la sostenibilidad humana del sector.
Desde Alere defendemos que…
La intervención social debe dejar de romantizar la entrega sin límites.
Cuidar a quienes cuidan no es un “plus”, es una condición mínima de justicia.
Los datos están, los diagnósticos también. Lo que falta es voluntad estructural de cambio.
🌱 Por eso existimos.
Queremos espacios, recursos y acompañamientos para que quienes trabajan cuidando a otras personas puedan cuidarse a sí mismas.
Porque sabemos que cuando una profesional aprende a regular su estrés, a nombrar su ansiedad, a reconocer su agotamiento… entonces también puede acompañar mejor a las personas con las que trabaja.
Es hora de que la salud integral deje de ser una utopía en el sector social.
Y eso empieza por mirar de frente nuestras propias condiciones laborales.